viernes, 19 de febrero de 2010

Sufre del síndrome de Morquio

Jeffrey, bajo de estatura pero grande de corazón


Jeffrey Mejía Peláez, es un joven de 19 años que apenas mide 96 centímetros y pesa 24 kilos, pero que se ha ganado el corazón de todos los que lo conocen con su alegría y entusiasmo.
Jeffrey sufre del síndrome de Morquio, una enfermedad que le impidió crecer pero no impide hacer lo que más le gusta, estudiar, "la materia que más me gusta es artes porque puedo ser creativo, en cambio matemáticas casi no me gusta, no sé por qué".
Nancy Peláez, su mamá, recuerda que a los tres años no crecía y lo llevaba a controles al puesto de salud del barrio Alfonso López, "allá un médico me decía que Jeffrey no iba a crecer porque yo soy bajita, pero yo le decía que era que él no crecía nada y a mi me parecía raro pero al médico no".
Después se le empezó a salir el pecho y el mismo médico le decía que iba a ser un 'pecho de paloma', "así fueron pasando los años y él se quedó así pero no baja la cabeza, él sigue adelante, es muy noble, no es tan grande de estatura pero tiene un corazón muy grande", comenta Nancy.
Jeffrey está en décimo grado en el colegio Santa Sofía, donde estudió toda la primaria y bachillerato y su relación con los compañeros y amigos es tan buena que dos de ellos son los encargados de llevarlo en sus hombros hasta el colegio pues su mamá empezó a sufrir de dolores de espalda por este esfuerzo.
Aunque a veces tiene complicaciones de salud y hace poco estuvo hospitalizado debido a dificultades para respirar, pues la malformación le produjo broncomalacia y traqueomalacia, debilidades en el cartílago que se encuentra en los tubos bronquiales y la tráquea, respectivamente, Jeffrey no se deja amedrentar por ellos y sigue adelante para lograr sus sueños, "después de terminar el bachillerato quiero estudiar Ingeniería de Sistemas, me gustan mucho los computadores".
El síndrome
El síndrome de Morquio, que es una enfermedad hereditaria del metabolismo en el cual el cuerpo carece o no tiene suficiente cantidad de una sustancia necesaria para descomponer cadenas largas de moléculas de azúcar llamadas glucosaminoglicanos, lo que provoca desarrollo anormal de huesos, incluyendo la columna vertebral, rasgos faciales toscos, articulaciones hipermóviles, estatura baja con un tronco especialmente corto, dientes ampliamente espaciados, entre otros síntomas.
Es un rasgo autosómico recesivo, es decir que ambos padres tienen que transmitirle el gen defectuoso al hijo para que éste desarrolle esta enfermedad
Se estima que el síndrome ocurre en uno de cada 200.000 nacimientos y los síntomas generalmente comienzan entre las edades de 1 y 3 años.

Antes Jeffrey no caminaba, tenía las piernas hacia afuera y a los ocho años empeoró, pero a los 15 años le hicieron una cirugía en las rodillas, se las centraron. Al año también lo operaron para enderezarle el fémur para que así pudiera caminar. "Antes caminaba con las rodillas, ahora puedo caminar pero me canso muy rápido", afirma.


*Foto: Andrés Marín

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