lunes, 5 de octubre de 2009

Travesía por la integración y la solidaridad de los pueblos


Con poco dinero, pero cargados de sueños, esperanzas, música, malabares, fotografías, y otras cositas en el propósito de aprender y enseñar lo aprendido y cómo no, desaprender muchas otras cosas, de ver una mejor realidad en Colombia y Suramérica, partieron hacia Brasil 10 jóvenes colombianos en bicicleta.
Ellos tienen la meta de unirse a la marcha mundial por la paz y de que otros se les unan en la búsqueda de un cambio que permita al nuestro y los demás países de Latinoamérica vivir en paz, no sólo entre humanos, sino con la naturaleza.
Ninguno de los cicloexpedicionarios es deportista consagrado, algunos ya terminaron la universidad, otros más hicieron una pausa en la academia para montarse en la bicicleta a ver la realidad del sur y ya no el sueño del norte, el 30 de agosto del presente año desde la ciudad de Bogotá, donde se estuvo promoviendo el uso de la bicicleta como medio alternativo, eficiente y saludable de movilidad en la campaña "Visibilízate", con la Alcaldía de Bogotá.
"Fue nuestro deseo salir con un carro que nos sirviera de apoyo, y que éste contara con un sistema alternativo de combustión. Después de varios ensayos con la universidad Tecnológica de Pereira y el Sena, este propósito se hacía cada vez más lejos en la medida en que llegaba el tiempo de partir. Pero en el camino el carro llegó y a este se le adaptó un sistema de hidrólisis que ha llamado poderosamente la atención", comentó Duván Cano, coordinador regional de la Cicloexpedición.




Memorias
Duván Cano, quien aun no ha podido emprender la aventura por dificultades económicas, pero que espera hacerlo muy pronto junto con otro aventurero, nos compartió que antes de salir desde Pereira tuvieron la oportunidad de conocer con quienes compartirían la aventura de casi un año de duración.
"Era la noche del lunes 14 de septiembre y en medio de libros, fruta y semilla, dejaron sentir colectivamente, sus temores, deseos, esperanzas, sueños y compromisos con la Cicloexpedición y con consigo mismos. Allí estaba Carlos Castaño, no el que ustedes probablemente imaginen, sino un hombre de extracción campesina y humilde de Líbano, Tolima, quien no esperó un titulo para registrar con su cámara y su sensibilidad, las cosas que el camino le iba revelando, tristezas, luchas y celebración de la vida han quedado recogidas en la cámara que lo ha acompañado por pueblos y ciudades de América y Europa. Esa noche Carlos nos confesó que dejaba a su familia sin saber muy bien la suerte que correrían".
Desde antes de partir, algunos de los participantes fueron tildados de locos por sus familias y tardaron tiempo en ganarse el apoyo de ellas y hacerles ver la importancia de la cicloexpedición.
Además, no fue nada fácil conseguir apoyo institucional, "ha sido difícil que crean en esta aventura otras por el contrario han sido sensibles a ella y se han sumado aportando de diversas formas, como la UTP, la Universidad del Tolima, la Asociación Cristiana de Jóvenes, la campaña 200 años ‘De la independencia a la emancipación’, la Alcaldía de Ibagué y la Gobernación del Tolima, y dos empresas de Medellín: GW y ropa deportiva Zerie, quienes nos dotaron de marcos y uniformes respectivamente".


La Travesía
Carlos Iván Duque, recién graduado de Comunicación Social en la Universidad Católica Popular de Risaralda, uno de los cicloexpedicionarios que ya se encuentran es suelo nariñense comentó que: "las jornadas de pedaleo que están programadas para 80 kilómetros diarios, se modifican dependiendo del día a día, por ejemplo en Popayán a Diego Cardona una buseta de transporte público lo estrelló desde atrás y la bicicleta quedó metida entre el bomper, impidiendo que saliera y ocasionando que fuera arrastrado unos tres metros".
La bicicleta fue declarada como pérdida total y Diego quedó algo aporreado, afortunadamente el conductor fue obligado por las autoridades a responder por los daños.
"Vamos un estudiante de ciencias sociales y su pareja que estudia economía, ambos en la universidad del Tolima, un estudiante de ingeniería eléctrica de la U. del Valle y una estudiante de veterinaria, tres administradores del medio ambiente, un psicólogo y un reportero gráfico, este último asegura que se dedicó a la reportería gráfica luego de ser desplazado por la violencia y un comunicador social".
Su financiación fue en parte con el dinero que dieron los escasos patrocinadores y algunos llevaron manillas, documentales, afiches y camisetas de la cicloexpedición, "todo lo vendemos y con eso compramos comida. Hasta hoy, y espero que sigamos mejorando, todo sale bien, unos cosen el pantalón que se rompió con el pedaleo mientras otros tratan de ponerle orden a las maletas".
"Hemos dormido en un directorio político del Polo, en una fundación para niños especiales, en una incipiente estructura de atención al turista al lado de un río, en un resguardo indígena, etc., en Tuluá buscamos hospedaje con el cuerpo de bomberos, pero por unas modificaciones en la infraestructura no pudieron alojarnos. Esa noche terminamos en los cuartos de un coliseo y nos bañamos en las piscinas olímpicas de la ciudad".
Comentó además que en Popayán compartieron con los niños de Fedar, Fundación para la Estimulación en el Desarrollo y las Artes, con niños y jóvenes con retraso mental y síndrome de Dawn.
"También nos hemos vinculado a las mingas indígenas y durante el recorrido se han visitado comunidades y se han intercambiado banderas (literalmente), nos han entregado banderas de movimientos indígenas y campesinos, en Cali unos grafiteros decoraron el carro con unos dibujos indígenas y con los cinco temas de la cicloexpedición".
"Somos una especie de celebridad intermitente, hasta con chirimía nos recibieron en estos días, y eso que en algunas ciudades no les hemos parecido dignos de una nota en el interior del periódico".

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